Nuestra historia

Nos conocimos en la Universidad de Cundinamarca, entre libros, sueños y llamadas desde un viejo teléfono comunitario del barrio. Miguel Ángel estudiaba agropecuaria, yo, Zaida, administración financiera… y entre risas y charlas al otro lado del mostrador, nació algo bonito. Una fiesta universitaria, una invitación espontánea y una propuesta inesperada: “Quiero que seamos novios, pero para casarnos”. Sonó como un chiste, pero era el comienzo de nuestra vida juntos.
Desde siempre, la cocina nos ha unido. En casa de Miguel, las frijoladas familiares de los fines de semana eran una tradición sagrada: los chicharrones crujientes, las arepas hechas en casa, el olor a hogar que nunca se olvida. Más tarde, un amigo de la familia nos abrió las puertas del mundo de las carnes curadas, los chorizos y las salmueras, y de ahí, no paramos. Aprendimos a hacer tamales caldenses desde el maíz crudo, conocimos a una abuelita que nos enseñó la receta del pernil, y cada sabor que descubríamos se convertía en una nueva historia para contar.Después de más de 30 años cocinando, compartiendo y aprendiendo, decidimos hacer realidad nuestro sueño: llevar todo ese amor en forma de comida a muchas más mesas. Así nació La Cocina de la Herrera, un emprendimiento hecho en familia, donde cada hijo ha dejado su huella y cada cliente nos regala la mayor recompensa: una sonrisa al probar nuestros productos.
Hoy, seguimos creciendo, sumando recetas como empanadas, pasteles de yuca y mucho más. Pero lo más bonito no ha sido solo cocinar, sino hacerlo juntos, como familia, con amor… y con el corazón lleno de gratitud por cada persona que confía en nuestros sabores.